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Misa Popular Salvadore​ñ​a 🌹 43 Aniversario

by Guillermo Cuellar

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about

1980 – 2023 es el tiempo recorrido por la Misa Popular Salvadoreña. Cuarenta y tres años de fiesta cristiana, de celebración animada de esperanza para promover humanidad. Es una Misa del pueblo de Dios, pueblo pobre, empobrecido por los faraones de nuestro tiempo, por los poderosos del orden social que padecemos.

La Misa Popular Salvadoreña es un canto de El Salvador, entonado desde su historia y sus anhelos. Sus canciones se produjeron en el proceso del pueblo para redimirse en justicia. Cada canción exalta y reflexiona hitos y sucesos sobrevenidos en El Salvador y Centroamérica durante la década de los setenta. El pueblo organizado celebró su fe cristiana en comunidades, y en ellas su historia fue iluminada por la Palabra de Dios.

Guillermo Joaquín Cuellar Barandiarán convivió su fe cristiana en las comunidades eclesiales de San Salvador. Piquín —su apodo íntimo y familiar— se congregó con otros jóvenes para experimentar comunitariamente su fe en Jesucristo. Allí supo de convivencia, de canto y de solidaridad. En la Comunidad encontró sentido a su vocación, y comunitariamente desarrolló sus dones de artista e intelectual. Cada canción en su letra y melodía es una experiencia, un Kairos en Koinonia, conversión y alegría que Piquín elaboró en dialogo orgánico con las comunidades cristianas, sus mártires y sus historias.

Piquín fue miembro de la Comunidad Eclesial “San José” (CESJ), una comunidad cristiana de jóvenes comprometidos con la realidad de nuestro pueblo en los años 70, en medio de la lucha de los pobres en una realidad salvadoreña muy concreta. Fue su principal cantor, su guitarrista y animador para que todos cantáramos, devolviendo en armonía y poesía la esperanza, la “memoria pascual” que se recuperó como parte de la Iglesia de Monseñor Oscar Romero.

La CESJ nació del compromiso evangelizador de una comunidad de frailes Agustinos Recoletos que se ubicaron en la Parroquia de “San José”, en el “centro histórico” de San Salvador, convirtiéndose muy pronto en un lugar de encuentro para gente de distintos lugares en tiempos que proliferaron movimientos eclesiales que promovieron y ampliaron la participación del laicado, gestándose la emergencia de la gente del pueblo en los ámbitos de la Iglesia.

La Pastoral Juvenil que ahí se impulsó contrastó con los esquemas correctivos y preventivos que enfatizaron otras ofertas pastorales en la mayoría de las parroquias capitalinas, partiendo siempre del prejuicio que los jóvenes eran seres orientados y vulnerables a la maldad, la mediocridad y la degradación.

El espíritu de la Pastoral Juvenil en “San José” fue orientada y referenciada por el suceso y los documentos de Medellín que marcaron a la Iglesia latinoamericana en su opción radical por los pobres y los jóvenes del subcontinente. La novedad de esta Pastoral condujo a los jóvenes a descubrir su vocación en oposición a la sociedad consumista deseosa de absorberlos. Los jóvenes encontraron un espacio donde todos ellos valían, podían participar, solidarios y responsables de sus compañeros y compromisos, sin ignorar su presente y su historia, negándose a ser sólo reservas pasivas que esperaban un futuro.

La música fue un componente esencial en esta experiencia comunitaria, contribuyendo a la comunicación, espiritualidad y participación vital. Por eso, la “Misa de Juventud” de los domingos a la nueve de la mañana fue el centro de la vida comunitaria de “San José” desde sus tiempos tempranos. Piquín tomó la iniciativa de formar el grupo musical "El Sembrador", que continuó la tradición iniciada por otros grupos musicales que animaron la “Misa de Juventud”. Sin embargo, "El Sembrador" —y principalmente su director, Piquín Cuéllar— se destacaron no solo por la animación de aquella Misa y otras actividades juveniles y culturales, sino que ellos, junto con la CESJ fueron el germen de lo que llegaría a ser la Misa Popular Salvadoreña.

Los poderosos no podían permitir esta opción de la comunidad Agustina de casa-convento de puertas abiertas con corazón de acogida, que en poco tiempo congregó y abrió espacio a muchas experiencias de vida comunitaria que producían condiciones de humanidad, liberación y compromiso. Por eso decidieron destruirla incendiando el templo y convento parroquial el 8 de diciembre de 1975.

Ante tales circunstancias, Monseñor José Ricardo Urioste Bustamante dio acogida al movimiento juvenil de estudiantes y trabajadores de la CESJ. Así junto con el Padre Plázido Erdozain Beroiz, su principal animador, los jóvenes encontraron en la Parroquia de “San Francisco” una nueva casa donde continuar su compromiso y convivencia. "El Sembrador" se reestructuró, y con Piquín volvieron a animar la “Misa de Juventud” en el nuevo espacio de trabajo y convivencia pastoral.
Seguidamente, en 1978 los padres Agustinos recibieron el encargo de asumir la Parroquia del Padre Alfonso Navarro Oviedo, asesinado con su joven amigo, Luisito Torres, el 11 de mayo de 1977. Con los agustinos siempre acompañados de la CESJ, Piquín llevó con su canto y compromiso la Misa Popular Salvadoreña a la Parroquia “La Resurrección” en la colonia Miramonte, y pronto un coro de jóvenes de la Colonia Bernal la asumiría permanentemente para su celebración dominical.

De este modo, en menos de dos años luego del incendio, la CESJ lejos de diluirse se multiplicó en una comunidad juvenil esparcida con vocación misionera para dar testimonio del Evangelio. Piquín, el canta-autor de la Misa Popular Salvadoreña y director del grupo musical El Sembrador, por su inserción en la vida comunitaria de la Iglesia Arquidiocesana de San Salvador, fue entonces conocido como el “cantor de las comunidades”.

El arribo de Monseñor Romero a la Arquidiócesis y la intensidad y complejidad de los acontecimientos en el país provocaron la necesidad de celebrar las Eucaristías, dominicales y domiciliarias, como el eje de la Comunidad Eclesial “San José”. En ellas participó un “resto” que provenía desde la experiencia inicial, todos asumiendo diferentes compromisos de evangelización en distintos lugares de la ciudad. Expansión e inserción fueron la clave en tiempos de persecución. Articulando y coordinando, las comunidades y sus agentes de pastoral contribuyeron a la unidad y resistencia del pueblo.

Todo se celebró en la liturgia y con la Palabra. Ciertamente en aquellas Eucaristías se desarrolló la reflexión que subyace en muchas de las canciones de la Misa Popular Salvadoreña. En ellas Piquín y su guitarra fueron el loor de la espiritualidad, acompañando la esperanza y el canto, un responsorial de la comunidad que atendió y entendió la proclamación de la Palabra de Dios.

Los domingos, devotas y fraternales fueron las tardes de un tiempo intenso y comunitario. Misas con espiritualidad y compromiso. Mesa dispuesta para todos, un crucifico, la Biblia, el pan y el vino, velas y flores, un sacerdote presidiendo la celebración de la vida y el compromiso de cada uno. Un canta-autor y su música. ¡Una comunidad viva que celebraba su fe en Jesús! Todo hacía posible la Fiesta de la Comunión, compartiendo, partiendo y repartiendo la vida de cada uno, con las dos especies, es decir con vino y pan. Así, el rito y la poesía se unían, la vida y su espíritu recobraban su sentido, y la Eucaristía fue memorial de cruz y de vida resucitada.

En esos tiempos de persecución y de esperanza, la Radio YSAX fue un faro de luz que orientó en la tormenta y la agitación. La Comunidad Eclesial “San José” tuvo la honra de preanunciar la impronta y talante de su servicio radiofónico al pueblo en los tiempos de Monseñor Romero. En efecto, el 12 de marzo de 1977, un grupo de la CESJ apoyó la iniciativa de Monseñor Ricardo Urioste de producir una programación especial en la YSAX, la misma noche que fue asesinado el Padre jesuita Rutilio Grande y sus acompañantes, Nelson y Manuel.

Esa noche, con cantos, textos bíblicos, poesías, reflexiones y comentarios, en un esquema radiofónico vivencial y participativo, la emisora entró en sintonía urgente con el clamor y con los anhelos del pueblo cristiano y empobrecido. Durante tres horas, desde la cabina de la “radio católica” se denunció la represión contra el pueblo y se anunció la pascua de los mártires de Aguilares. En esa oportunidad los cantos que llegarían a constituir la Misa Popular Salvadoreña fueron la denuncia de un asesinato y el anuncio de su resurrección.

Con aquel gesto se inauguró el nuevo estilo y el valor estratégico que posteriormente asumió la Radio del Arzobispado. Tiempo después, en la programación de la YSAX de los años de Monseñor Romero, Piquín fue el productor y director de: “¿Qué pasa en el mundo?”, un programa de música y canciones que animaron la esperanza del pueblo, y donde se dieron a conocer, para su mayor amplitud y acogida popular, todos los cantos recopilados a lo largo de tres años intensos de esta época iluminada.

Una Misa salvadoreña producida en la vida de la comunidad, en la raigambre de un pueblo en movimiento. Una Misa ciertamente no aprobada por la Santa Sede, ya que ni su autor ni la Comunidad Eclesial “San José” jamás solicitaron al centro jerárquico una sentencia. Simplemente quisieron alabar a Dios, no de cualquier modo y con cualquier canto, sino con un canto propio y apropiado. Finalmente, su destino fue celebrar la Misa comunitariamente y con actitud de agradecimiento, en comunión con un Dios que mira el dolor de los esclavos y viene a su encuentro con promesas de una tierra nueva con un cielo nuevo; esperanza que es celebrada en el Canto de Despedida:

“Cuando el pobre busca al pobre y nace la organización / es que empieza nuestra liberación. /Cuando el pobre anuncia al pobre la esperanza que Él nos dio / ya su Reino entre nosotros nació.”

Francisco Tomás Calles

En nombre de nuestros mártires y resto de la CESJ esparcida una vez más, hoy por el mundo y siempre con vocación misionera, en: Euskalerria, Suecia, Inglaterra, Canadá, Estados Unidos, México, Honduras, Nicaragua y El Salvador.

credits

released November 17, 2023

⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐⭐

Guillermo Cuellar: Voz, Guitarra, Cuatro venezolano, Percusiones.
Paulino Espinoza: Bajo acústico.
Alberto Masferrer: Piano, Teclados.
Javier Cuéllar: Guitarra solos.
Tito Quilizapa: Marimbas.

MUNDO NUEVO CHOIR

Sopranos
Ana Teresa Arévalo Rivera
Rosario del Carmen Hernández
Briseyda Yamileth Araujo González
Johanna Margarita Hernández Álvarez
Claudia Liliana Alvarenga Chilisea

Contraltos
Cindy Elizabeth Escobar Cuchilla
Nancy Lissette Hernández Flores
Aída del Carmen Landaverde
Ana Beatriz Morán

Tenores
Edwin Alexander Belloso Medrano
Kevin Alberto Velásquez Beltrán
Danilo Arnoldo de la O Lucero
Oscar Nimrod García Cardoza

Bajos
Samuel Elías Rivas Rivera
Josué David Rivas Rivera
Juan Guadalupe Fuentes Cabrera
Juan Carlos García Melgar

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Guillermo Cuellar El Salvador

Guillermo Cuellar es el trovautor más talentoso comprometido con iglesias y grupos de base en El Salvador. Escribió la «Misa Salvadoreña» a pedido del arzobispo mártir Romero. La obra es hoy un clásico de la música hispana que se canta también en inglés, sueco y finés.
Guillermo sigue acrecentando su catálogo de canciones, grabándolas y presentándolas en escenarios locales e internacionales.
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